viernes, diciembre 23, 2005

viernes, diciembre 02, 2005

¿SOLUCIONAR, OCULTAR O IMPONER?

Por Jorge Molina Inostroza

Hasta ahora lo que sabemos sobre la Planta de Celulosa de Nueva Aldea es que contaminará permanentemente toda la zona, porque no contempla la tecnología necesaria para disminuir el efecto de los residuos nocivos; que es más grande que la autorizada inicialmente, por lo que el impacto ambiental será mayor; que no solamente contaminará la tierra y el agua, sino también el aire, por lo que respirar su olor nauseabundo será nuestra contribución al progreso, de no tantos creo yo; y, que nadie está preocupado que no contamine, sino que no se note o que nos acostumbremos a tolerarlo.
Nuestras autoridades harán demandas indemnizatorias por los malos olores. No tengo claro si el destinatario de las indemnizaciones será el municipio o nosotros los respirantes y, en este caso, a qué nivel de fetidez comenzará nuestro derecho, ni cómo se determinará nuestra participación. Si alguien ya lo sabe, por favor, hágamelo saber, que me come la curiosidad y la codicia.
Pero, la S O L U C I O N, así con mayúsculas, vendrá con el emisario de alta mar. Como si ensuciar el mar fuera virtud. Creo que ese será un crimen más grande que el actual. Pero esto no será de inmediato, demorará unos tres años. Entre tanto, se hará un emisarito de tres Kms. que llevara la pestilencia al Itata. Y, todos felices.
En suma, el problema no tiene solución y ya no se puede ocultar, resta solamente imponerlo con algún paliativo, como eso de las demandas y el emisario submarino: que droga de alta pureza es, la psicología del autoengaño.
¿No cree Ud. paciente lector, que algunas de nuestras autoridades subestiman en grado ofensivo nuestra mediana inteligencia?

La Matanza de Chillán

Por Jorge Molina Inostroza

A nuestro entender no le podía ocurrir nada más desafortunado a nuestra ciudad que la conducción errática y torpe de la gestión alcaldicia de las últimas décadas.
¿Alguien entiende que no haya existido, ni exista, un proyecto de ciudad que aliente la edificación dentro de sus cuatro avenidas despobladas o la incapacidad de solucionar el asco del estero Las Toscas o que sea la ciudad más sucia del centro del país?
A estas décadas de miedo se deben desaciertos tan evidentes, como la entrega al uso particular de bienes nacionales de uso público. Comenzando por los estacionamientos de las avenidas Libertad, O”Higgins, Collín o de calle Isabel Riquelme, Sargento Aldea, etc., para seguir por la Plaza El Roble -ya vienen las cocinerías – y, luego, la proliferación de estaciones de servicio, cuya estrella, sin duda, es la autorizada frente al Hospital Herminda Martín. ¡Vaya, si se necesita entereza! No le va en saga, la que se ubica en el límite de la avenida O”Higgins con Chillán Viejo, para cuya existencia se sacrificaron varios encinos, que desaparecieron con tronco y raíces. En otras ciudades se lucha para erradicar estos negocios, Chillán los promueve.
Y, vamos a la Avenida Collín. Ya está anunciada la inauguración de la tercera etapa del empedrado lateral del estero. Debemos reconocer que la poca hermosura está ampliamente compensada con el mal olor: ¡No se pierda la inauguración! Quizá haya algún animal exótico, como en la inauguración del Paseo Peatonal. Está claro que el entubamiento del estero, cuando menos en esa parte, habría permitido continuar el trazado de aquella arteria hacia el Poniente. Para tal propósito habrá que demoler todo lo construido. Más tarde o más temprano así ocurrirá.
Esta construcción que nos honra, culmina con el “Pueblito” Vaya a visitarlo y proponga un destino que darle, que en gracia y sabiduría le hace el peso a la anterior Magna Obra. ¿ Y qué le agregamos a la Planta de Celulosa, además del tufillo de múltiple origen - como si aquí hubiera poco – que nos brindará por el resto de nuestras vidas, de la contaminación del Itata, de la tierra y del mar? - Fácil: trece mil Vatios pasarán por encima de nuestras cabezas. ¿Y de postre? Asómese a la calle Cocharcas, más al Poniente de la avenida Brasil, para que vea cómo se edifica en terrenos fiscales, municipales o bienes nacionales de uso público, a vista y paciencia de todos los organismos cautelares. ¿No cree, amable lector, que asistimos a la matanza de Chillán? Continuará.

Las Siete Maravillas de Chillán

Por Belisario Arturo
Master en Filosofía Aplicada

Los poderosos cerebros de nuestras autoridades han hecho de Chillán, una ciudad privilegiada, única en el país capaz de crear las siguientes siete maravillas. Juzgue Ud. amable lector:
La primera Maravilla tiene su homólogo en las pirámides de Egipto. Data de la década del 40, del siglo pasado, en que el pavor del terremoto hacía que todo fuera monumental y asísmico y allí está desde entonces el Teatro Municipal, inmutable y enigmático con sus arcadas y ángulos de granito, ante los cuales han pasado y pasarán alcaldes y concejales de todas las estirpes y pelajes, porque, como diría don Pablo, las claves para terminarlo, transformarlo o demolerlo se perdieron: “el viento las olvidó y el idioma del agua fue enterrado.”
La segunda Maravilla fue construida en una época de confusión y desenfado, en nuestra edad media, en que los hombres viviamos en guerra. Se trata de la antena que sublimó nuestra Catedral. Ahora, ni los mejores fotógrafos pueden enfocar sus cámaras ignorarando esa construcción colosal, creada talvéz para otear el universo o para que en su cúspide ardiera alguna llama eternamente. ¡ Qué éxtasis con sólo mirarla¡
La tercera Maravilla es el culto a los servicentros – el último se construyó frente al hospital – y, el afán compulsivo de destinar a usos particulares los bienes nacionales de uso público. ¿Ha contado Ud. los servicentros? ¿ los estacionamientos en las veredas y en las avenidas? Bueno, hágalo y después conversamos. Pero esta torta tiene dos guindas, la bajada subterránea de la calle Isabel Riquelme y los estacionamientos en la “Ciudad Prohibida” de la calle Bulnes, lugar que la plebe llama Patio de Los Naranjos. Allí los estacionamientos tienen nombre, apellido y barrera con un guardián insobornable. El Huemul se coló una vez en su citroneta y lo sacaron a patadas por ordinario y desubicado.
La cuarta Maravilla es la devastación de los árboles. Se han cortado en toda la ciudad para hacer espacio a los estacionamientos, a los servicentros, a las cerámicas, ¡cuidado con decir baldosas¡ a los cables eléctricos, a los garajes, etc. etc. Cuando Ud. quiera puede talar algunos árboles en su vereda y hasta, tal vez, un encino de cien años, siempre que le done unos diez arbolitos a la municipalidad, con su correspondiente macetero, claro. ¡Qué tierna es esta maravilla! ¿Verdad?
La quinta Maravilla se ubica en la avenida Collín con O”Higgins. Si Ud. no la ha visitado está haciendo un injusto desaire a nuestras autoridades municipales, porque eso se construyó ¿Ud. sabe a qué costo? para hacer un espacio para la familia, hermoso, limpio, tranquilo y oloroso. Vaya cuanto antes a ver pasar por el agua cristalina y rumorosa, bolsitas de plástico, algún perrito o saco con gatitos y otros engañitos. Me dan escalofríos pensar que se hubiera entubado el estero privándonos de tanta perfumada belleza y se hubiera construido un área verde con árboles y prados, a un costo reducido. Esta maravilla sólo puede compararse con los Jardines Colgantes de Babilonia. Gracias en nombre de la ciudad y de los satisfechos pericotes, ya mudados a sus nuevas residencias.
La Maravilla Sexta es nuestro paseo peatonal. ¿Conoce Ud. otra ocurrencia más impropia para la ciudad? Algo tiene que recuerda los baños turcos y los lugares en que lavan autos. Es como si alguien nos regalara un par de zapatos de loza. Si Ud. ha leído, visto o escuchado las congratulaciones de sus autores cómplices y encubridores, no tendrá duda que en esto se actuó con premeditación, alevosía y sobre seguro, de manera que las víctimas no tuvimos posibilidad alguna de defensa. Ni el terrible concejal Marcenaro pudo escapar al embrujo de la inauguración.
La Séptima y última maravilla es, que debido a las anteriores, los chillanejos abandonaron la ciudad y se fueron a vivir fuera de sus límites, para lo que mi amigo, el profeta Emilías, inventó el Jardín del Este. No te desesperes, Belisario Arturo, me dijo José Huemul, porque en Diciembre llega la reforma penal y haré que el fiscal debute con mi querella para que, en juicio público, alcalde y concejales sean condenados a cinco años y un día, de pasear y disfrutar de sus maravillas. Deberán almorzar en el centro del paseo peatonal a las 13 horas en punto y solazarse diariamente en el balneario del estero Las Toscas. ¡Sueño con patrocinar esa querella¡ (prohibida la reproducción parcial)