martes, septiembre 04, 2007

FIDEICOMISO CIEGO

FIDEICOMISO CIEGO
Por Belisario Arturo
Master en Filosofía Aplicada.

Las oportunidades de trabajo y éxito me dice el Huemul, son cada día más escasas y huidizas. Por eso, todo el mundo tiene un currículo, no hay nana, ayudante de mecánico o barrendero que no lo tenga y no hay profesional que allí no incluya, cuando menos, un diplomado. Así las cosas agrega hay que apostar en grande.
El primer requisito para un chillanejo que se respete, continúa, es pertenecer al club de golf, que es el último invento del patrón Pedro, después de los arándanos; ya estoy haciendo gestiones para ingresar a ese selecto grupo; tengo, además, una fotografía, sentado en la terraza de la mejor casa del Jardín del Este, invención ésta de don Luis Emilio y, otra, en las canchas de Sky de nuestras montañas, invención semi colectiva y, por supuesto, aquellas en que he logrado posar al lado del senador Víctor Pérez y concejales Sandoval y Marcenaro.
Ya habrás advertido Belisario Arturo, agrega, con esa expresión suya que equivale a un “nunca cachais niuna” que voy por el lado de la Alianza, en donde no hay picante alguno; allí todo roto agueñado, asciende a caballero distinguido, por el sólo hecho de ingresar a ese pacto superior: lagar primigenio, en donde fermenta la savia de los grandes hombres, los patriarcas de la humanidad, que serán los conductores de nuestra Patria. Así, la presentación que necesito, ha de estar a esa altura, concluye con una certeza y vanidad insufribles.
Cuando estoy a punto de estallar, me aclara: voy a por el condominio ciego.
-Lleva tu alma a otro anhelo, si es que te refieres al prometido por don Sebas Pilleira le digo, allí no hay opción para ti, de ello se ocupará una gran empresa extranjera, de organigrama laberíntico e indescifrable, a cuyo vientre financiero entrará la fortuna de don Sebas, y él no tendrá otra vinculación con ella, que no sea recibir una cantidad mensual no superior a un salario ético, semejante al que el mismo paga a sus empleados. Sólo cuando termine su calvario de servicio público presidencial, sabrá cual ha sido el destino de su fortuna y bien pudiera ocurrir que no le devuelvan nada; un servidor público está expuesto a esas eventualidades: su vocación de entrega a sus semejantes está primero.
El Huemul, entre hipos de risa, me pregunta: - ¿alguien puede comulgar con esa rama de palmera en retroceso? y concluye prosopopéyico: para constituir de verdad, un fideicomiso ciego, habría que estar ciego o ser tonto, pero ninguno de los urgidos a realizar esta clase de operaciones tiene un pelo de leso, el único tonto aquí...Ya estoy a doce pasos y simulo no oír el improperio. Lo que más me irrita conmigo mismo, es que José Huemul, siempre me lleva la delantera.

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