lunes, marzo 24, 2014

A LA DERIVA (Uno)



A LA DERIVA (Uno)

Los que tenemos una perspectiva en el tiempo, que arranca de ocuparse apasionadamente, a los siete años de edad, de la revolución española y luego de la segunda guerra mundial, cuando todavía leíamos sobre la primera, para seguidamente vivir  la guerra fría, con su cortina de hierro, el peligro atómico, el terrorismo, los genocidios, etc., etc. y aterrizar en el progreso que destruye el planeta, tarea en la que estamos todos empeñados, no podemos sino estar  intranquilos con los problemas que dejamos a nuestros hijos.
El tiempo ya nos acorrala y  reclama prisa para  todo lo que queremos decir o hacer  y la desesperanza nos acongoja, porque nunca hemos logrado reclutar a nadie para las causas que nos acucian, quizás no somos convincentes en absoluto o las consideran imposibles, frente a  la evidencia de que los bastiones del poder del dinero son inexpugnables. Entonces lo que nos queda es la filosofía de la derrota – que siempre vuelve a la carga – y la prédica en el desierto que es nuestra única tribuna.
Hemos denunciado en toda oportunidad que se nos ha dado, la inconveniencia de destruir la belleza de nuestro entorno, ríos y esteros con las centrales eléctricas de pasada, publicitadas ad nausean por los medios de prensa, como amigables con el medio ambiente y, hemos agregado, el hecho increíble de que se otorgan a perpetuidad. Pregunté, recientemente, el porqué de esta enajenación de soberanía, por correo electrónico individual, absolutamente a todos los parlamentarios y candidatos a la presidencia de la República y solamente recibí respuesta de tres de ellos: el senador  Eugenio Tuma, que me hizo saber su intento fallido de limitarlas a 25 años y, en un sentido semejante, el senador Hosain Sabag y el diputado Marcelo Díaz. De los demás, nada de nada, incluyendo al senador Horvath, líder de la oposición a la mega central HidroAysén.
  ¿Por qué, señoras y señores parlamentarios, ministros, autoridades en general, excelentísima señora Presidenta, ex presidentes, todos imperativamente de la elite del intelecto de nuestra patria, no les interesa este tema? ¿Por qué de algo tan relevante nadie se preocupa? O ¿Es que vamos simplemente a la deriva?
Amable lector, si Ud. Conoce algún parlamentario o autoridad de gobierno, pregúntele por estas concesiones perpetuas, pero prométame no maravillarse con la respuesta.